Si tuviésemos que catalogar la época que nos ha tocado vivir dado el uso que hacemos de objetos, inventos y tecnología, en su mayoría resultados de la utilización del método científico, rotundamente podríamos afirmar que estamos en una era "científica". Sin embargo, y paradójicamente, si tenemos que catalogarla en función del uso que hacemos los individuos en nuestros razonamientos del uso del método, tenemos que decir que aún estamos en la era pre-científica. La frase del sabio tiene toda su vigencia: "Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio".
En nuestros modelos de negocio hay dos hipótesis de partida que debemos validar: nuestra Propuesta de Valor y el motor de desarrollo. Actos de fe que asumen sin complejos, y sin contrastar, multitud de emprendedores lanzados como kamikazes a las hogueras del mercado. Lógicamente los resultados son más que previsibles. Y al igual que en la Edad Media, las pestes y las grandes mortandades, eran fruto de los designios divinos, hoy el cementerio de empresas está lleno de víctimas de la "crisis". La crisis está cambiando las reglas de juego y el paisaje es de una incertidumbre extrema. Necesitamos de una metodología que nos sirva para validar nuestras hipótesis si queremos garantizar el éxito de nuestros proyectos. El método Lean Startup nos ayuda a aplicar la metodología científica al itinerario emprendedor.
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